viernes, 10 de septiembre de 2010

¿Merecer?

 Para K.E.D.V.


Las acciones de cada ser humano en su vida propia, en su vaivén de sociedad absurda y complicada por sí sola. Pensar las razones del ser, de la vida ensimismada; la luna de miel que nos absorbe y contrae sin suplicio alguno al razonar de nuestros días equívocos y sencillos, no consulta nada. Pensar en todo y cada uno de los elementos del todo simplifican, talvez, las razones encontradas en el medio propagante de realidades -es decir: la Vida misma-,  adyacente cada razón simplificada a la razón cuestionada. 
Si uno no es capaz -en lo absoluto- de ubicar sus miedos y dificultades en el medio en el que vive, es cuando suceden tres percances inconfundibles. El primero, claramente tiene que ver con la propia vida, la vida personal que cada individuo lleva: se debilitan los aforismos, los resultantes de la experiencia propia en su vida. El segundo percance es acerca de la Vida misma, de aquella que envuelve en velo toda vida personal existente. ¿Cómo relacionar algo tan subjetivo y generalizador con algo tan diminuto y nada esperanzador como lo es, claramente, un percance? Sencillamente, podría asumirse que la vaguedad de cada vida física es clara y concisa a través del tiempo que transcurre a la par de ella, sucede cotidianamente en dificultad, mas en realidad el objeto de la Vida misma es mayor, es un enlace entre la vida personal del individuo y la muerte misma causante de su vida. La muerte puede observarse desde un punto filosófico, científico o físico, mas nunca desde un punto en verdad presente que afecta nuestra vida diaria, sin morir ni estar cercano a ello.  Y el tercer percance, podría dividirse en dos sujetos: la contrariedad del pensamiento y la indefinición del mismo a causa del primer percance. Todo sucede en relación, en espiral y en círculos, fugazmente indefinidos en el desubique de los miedos y dificultades de cada individuo en contexto. 

Ya con esto, podría simplemente uno intentar ubicar lo que supone merecer y lo que no está en disposición alguna de ser merecido por razones ficticias.


[Para, en un final tan cercano encontrarnos con la realidad del tiempo, la realidad de su rápido y sin fin diámetro.]

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