lunes, 13 de septiembre de 2010

Eternos, eternos.

Y digamos que la contrariedad de uno es tan fácil de notar. Como estando al borde de un abismo a punto de saltar y voltear: sonreír, ubicar, nada más. Mas de pronto, alguien ha de fijarse en tu reflejo de agua detrás y gritar de lejos su visión. Tú no harás mucho, sabrás que a causa de ello quedas en una posición de búsqueda aprobativa en mayor distancia aún siéndolo así. No habrá más que hacer, él se ubica en una posición alta y tú tan inclinada en el abismo; sonriendo, buscando. Y encuentras la misma contrariedad que él cree ubicar en ti en sus palabras, tal vez sonríes, o no. Ya depende de uno.

Temblor.
Las piedras
c
   a
       e
          n


¿Caerás también, dando un paso detrás?


En la posibilidad tan probable de caer sinfin, se encuentra alguien fijo en ti.
Te comunica su vida, sus sueños, sus metas al vivir.
Y se extrañan,
te extraña
cada noche fugaz del vivir.
Conjugan sus sueños, sus hilos de sueño.
Lo hace tras día, preso de vida.
Encuentras sonrisas en su lado eterno,
mas lejos aún, permance concreto.

Ya no refiere el momento al espejo
sino a tu persona,
tu sinfín de reflejos.
Y has de caer sonriendo,
conciente, sin duda,
más fugaz
y sincero.

Serán nuestros días
eternos, eternos.


Lucie.

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