jueves, 9 de septiembre de 2010

Aquellos lugares. [ Y era él ]

Fluían los mares en su ventana, como voces de primavera en suceso propio. Sucedían como fijas en la acera de la Vida comunicante día tras día. Cada secuencia de mares le pertenecían de un modo fijable; la independencia del mundo ajeno le era irrevocable y sustituta a lo imaginable balbuceante de su vida. Giraba en torno a sus mares de melancolía inexistente de futuro a hora, de hora a futuro de la hora. Crecía en torno a ellos, supliendo ríos de verdades.
Lo realizó con tanto Amor todo, cada suspiro, cada alivio. Cada minuto de hermosa soledad en su mirada. Cada descubrir una mentira suya, cada par de ojos que miraba. Todo con tanto Amor y tan lleno de tanto. Tan lleno de tanto que miraba.

Cada palabra suya que escuchaba, y cada silencio suyo que medía. Suyo tanto y suyo nada, cada vida suspirada.


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